El desarrollo de nuevos y jóvenes talentos en el ámbito científico-tecnológico dentro del sistema universitario nacional depende, en buena medida, de políticas de estímulo y acompañamiento. Programas como el sistema de becas que impulsan el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y el CONICET son herramientas fundamentales para fortalecer estas trayectorias.
En este sentido, el programa de Becas de Estímulo a las Vocaciones Científicas (Becas EVC-CIN), enmarcado en el Plan de Fortalecimiento de la Investigación Científica, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación en las Universidades Nacionales (Ac. Pl. Nº 676/08 y 687/09), tiene como objetivo fomentar la iniciación en la investigación en áreas estratégicas como Ingenierías y Tecnologías, Ciencias Agrícolas, Ciencias Médicas y de la Salud, Ciencias Naturales y Exactas, Ciencias Sociales y Humanidades.
En la última convocatoria correspondiente al año 2024, la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) logró que 36 postulaciones fueran aprobadas y adjudicadas mediante Resolución del CIN. Sin embargo, los fondos correspondientes del Tesoro Nacional no se transfirieron en tiempo y forma, lo que impidió el inicio de los planes de trabajo de los estudiantes seleccionados. Así lo informó oficialmente el CIN en un comunicado.
Frente a esta situación, y con el objetivo de sostener la actividad científica y estimular el comienzo de la carrera de investigación en nuestros jóvenes estudiantes, la UNER decidió realizar un importante esfuerzo institucional y disponer de 828.000 pesos para financiar las 23 becas que durante 8 meses podrán garantizar el trabajo de investigación de quienes aún mantienen los requisitos vigentes. La decisión se instrumentará a través del Sistema de Becas de Formación de Recursos Humanos de la Universidad, permitiendo a estos jóvenes iniciarse en tareas de investigación en paralelo con el avance de sus carreras de grado.
“Se trata de facilitar y acompañar a los/as jóvenes entrerrianos/as en la investigación en áreas claves para el desarrollo provincial y regional. La desfinanciación de este tipo de programas afecta el acceso a la carrera de investigación para las generaciones futuras y, principalmente, impacta en el rol que cumple la universidad pública en el desarrollo de sectores estratégicos para el crecimiento económico, cultural y social de la Argentina”, destacó Gabriel Gentiletti, Secretario de Ciencia, Tecnología e Innovación de la UNER.
La universidad participa del programa EVC-CIN de manera ininterrumpida desde 2011, cuando una decena de becarios/as iniciaron sus proyectos en las diferentes facultades. Desde entonces, el número creció de manera sostenida, alcanzando 36 becas adjudicadas en la última convocatoria.
La reducción de financiamiento en las becas EVC-CIN se suma a otros recortes en el sistema científico-tecnológico nacional, como la disminución de becas doctorales y posdoctorales de la Agencia I+D+i y del CONICET, lo que impacta directamente en la conformación, renovación y sostenimiento de los equipos de investigación. “Esta política de ajuste pone en riesgo la continuidad de líneas de trabajo claves para el desarrollo del país y desalienta las vocaciones científicas de las nuevas generaciones”, concluyó de modo alarmante Gentiletti.
Investigaciones con impacto en las agendas de salud, energéticas y productivas
Tres de los 23 jóvenes investigadores que accedieron a las Becas EVC-CIN 2024 sostenidas por el financiamiento de la UNER, cuentan cómo y por qué durante 8 meses sus investigaciones podrían tener impacto en agendas estratégicas para la región y el país. Así como también, comparten una valoración sobre el efecto directo que estas trayectorias podrían tener en sus formaciones profesionales.
Juan Ignacio Benítez, tiene 24 años, pertenece a la Facultad de Ciencias de la Salud y estudia las condiciones socioeconómicas que favorecen el desarrollo y permanencia de la enfermedad de Chagas en el Departamento Uruguay, Entre Ríos. El Chagas es un problema de salud pública que afecta no sólo a nuestro país sino a varios países de América Latina. Es causada por un parásito llamado Trypanosoma cruzi, que se transmite principalmente a través de insectos conocidos como vinchucas. Sin embargo, las condiciones sociales, ambientales y de hábitat, también influyen mucho en la forma en que se desarrolla y se propaga esta enfermedad. Por eso Benítez resaltó que el propósito de su investigación es “determinar cuáles son las variables locales que inciden en el desarrollo de esta enfermedad y procesar con programas estadísticos una base de datos provistos por el INDEC para determinar zonas de georeferenciación”.
En la provincia de Entre Ríos, y particularmente en el Departamento Uruguay, existen zonas rurales y urbanas con distintas características que pueden favorecer o dificultar la presencia de este insecto y la transmisión de la enfermedad. Para Benítez, primera generación universitaria en su familia, es importante estudiar “cómo se distribuyen estos escenarios, qué condiciones sociales y ambientales presentan” y por ende, cómo pueden influir en la salud de las personas.
La producción vitivinícola en Entre Ríos, está experimentando un crecimiento notable que visibiliza un resurgimiento de la actividad en las últimas décadas. Cuando se produce vino, uno de los pasos más importantes es la fermentación, proceso que ocurre gracias a la acción de microorganismos llamados levaduras. Ailén Gallegos, tiene 27 años y es estudiante de la Facultad de Ciencias de la Alimentación, en Concordia. Se propuso “determinar la viabilidad de las levaduras secas aisladas luego de ser sometidas a diversos procesos como la liofilización y secado en spray para determinar si mantienen sus características enológicas y cuáles fueron los métodos más efectivos para obtenerlas”.
En la industria del vino se utilizan levaduras secas que comercializan grandes proveedores, además de que muchas de esas levaduras son de origen extranjero o seleccionadas en otras regiones del país. Investigar para obtener levaduras secas activas en base a cepas naturales o autóctonas, puede aportar valor a la región, aseguró Gallegos, quien también es primera generación universitaria en su familia. La joven investigadora asegura que el acceso a este tipo de becas resulta en una formación integral y enriquecedora ya que permite “ambientarnos tempranamente en el mundo de la investigación así como conocer las herramientas que tenemos disponibles”. Si se logran desarrollar métodos de producción de levaduras en forma seca y activa, las bodegas locales podrían contar con insumos propios, sin depender de productos de otras regiones o países.
José Núñez, es estudiante de la Facultad de Ciencias Económicas, en Paraná. Este joven de 24 años, busca analizar “series de largo plazo sobre producción y consumo de energía y la relación de estas con el crecimiento y la estructura de la economía argentina”. El desarrollo de un país necesita, fundamentalmente, energía, para que funcionen las industrias, el transporte, los servicios y así diversos sectores. Esa energía puede provenir de distintas fuentes, como el gas, el petróleo, la electricidad, las represas hidroeléctricas, el viento o el sol. A la combinación de todas estas fuentes de energía que utiliza un país se la llama matriz energética. Introducir “el rol que cumple la matriz energética argentina en modelos que entienden que cuando ciertas economías tienden a crecer, sus importaciones crecen por encima de las exportaciones, es algo que a largo plazo, hace que ese desarrollo económico proyectado sea insostenible”, concluyó Núñez.
En Argentina, desde mediados del siglo XX hasta la actualidad, la matriz energética ha tenido varios cambios y desafíos, principalmente, con dificultades para generar y distribuir suficiente energía, o para diversificar las fuentes, con un impacto negativo en el crecimiento económico y el desarrollo industrial. Entender la interrelación entre energía y economía, “en un contexto donde se proyecta que la matriz energética argentina puede convertirse en un generador neto de divisas para finales de la década, es clave para aportar información y conocimiento científico al diseño de políticas públicas de desarrollo sostenible y con anclaje productivo”, concluyó el joven investigador que estará llevando adelante su proyecto durante los próximos 12 meses en base a la Beca de Estímulo a la Vocación Científica que garantizó UNER en una apuesta comprometida con la ciencia y la investigación para el desarrollo nacional.
