*Greta Bellmann, Licenciada en Comunicación Social (FCEDU-UNER). Texto producido en el marco de su pasantía curricular (2019-2020). Centro de aplicación: Revista Ciencia, Docencia y Tecnología.
A partir de los desarrollos científicos y tecnológicos la producción de las semillas genéticamente modificadas es una actividad cada vez más habitual. El mercado que las produce se concentra más, las ofertas disminuyen y los valores del producto aumentan. Esto genera múltiples conflictos en Argentina.
La agricultura fue una de las principales tareas practicadas por las sociedades, las semillas son el primer eslabón de esta practica, su posesión, reproducción y comercio define la soberanía alimentaria de un país. En algunas partes del mundo su economía y gran parte de sus habitantes se apoyan en esta producción, por ello los conflictos que trastocan esta tarea resultan importantes.
En relación a esto Nicolás Pérez Trento** realizó una investigación*** publicada en la Revista Ciencia, Docencia y Tecnología donde analiza el conflicto generado en Argentina a partir de las transformaciones en la producción de semillas y la apropiación de regalías por su uso. Antes de que la modificación genética de las semillas comenzara a ser algo habitual y un medio de grandes ingresos los agricultores plantaba, cosechaban, vendían y se quedaban con un porcentaje de su producción para volver a utilizarlo. En la actualidad la reutilización de las semillas no está habilitada por ello cada vez que se desea plantar deben adquirirse nuevamente.
La investigación reconstruye algunos aspectos de lo sucedido en Argentina en relación a la modificación genética de las semillas y su comercialización. En una primera instancia hasta el año 1960 en el país el mejoramiento estuvo a cargo de instituciones públicas como el Instituto Nacional de Tecnología Agraria (INTA), luego la producción comenzó a concentrarse cada vez más en capitales extranjeros. Los capitales especializados en el desarrollo de agroquímicos empezaron a absorber gran parte de los criaderos de semillas, este proceso de centralización se vio incentivado por el abaratamiento de costos que conllevó la integración de múltiples actividades. En 1990 comenzó a desarrollarse el conflicto entorno a la producción. Debido a la contracción de la inversión pública los capitales nacionales se vieron obligados a articularse con los capitales extranjeros. Las nuevas patentes impuestas sobre los desarrollos biotecnológicos beneficiaron a estos grupos externos al país, poderosos y cada vez más concentrados. Por ejemplo el caso que Desarrolla Pérez Trento sobre Monsanto que desde un inicio se vio interesada en comercializar su producto en el país aunque en Argentina gran parte de las semillas sembradas provenían del mercado ilegal. Su estrategia fue en un principio intentar cobrar regalías por la utilización de sus semillas de soja RR, resistentes al Glifosato, si esto no funcionaba tendrían asegurado el mercado de este agroquímico.
Las regulaciones en Argentina
Dentro de las leyes que normativizan esta área en el país se encuentran la Ley de Patentes que regula el patentamiento del material biológico y genético que no sean plantas, y por otro lado la Ley de Semillas y Creaciones Fitogenéticas que establece que los agricultores pueden reproducir semillas para sembrar. Esta al mismo tiempo regula el sistema de derechos de obtentor sobre variedades, restringe el comercio de semillas. En 1990 se creó la Asociación Argentina de Protección de las Obtenciones Vegetales que buscaba revertir la caída de la venta legal de semillas. A través de distintos mecanismo se intentó expandir el mercado legal de semillas, que se veía afectado por la cosecha de los capitalistas agrícolas resguardados por el derecho de uso propio antes mencionado. Este comercio ilegal de semillas le quitaba ganancias a Monsanto, empresa que había apostado al comercio de semillas de soja RR. En 1999 se intentó incrementar las ganancias con el lanzamiento de regalías extendidas que establecía que los compradores debían pagar un canon de reproducción para uso propio. Las asociaciones agrarias se expresaron en contra de la implementación de este sistema por eso no logró imponerse, por ello como explica Pérez Trento en su investigación Monsanto aumentó la presión sobre el gobierno del país amenazando con la suspensión de inversiones, desarrollo y comercialización de semillas. La empresa patentó localmente una nueva biotecnología para la soja, para ponerla en el mercado argentino debían garantizarle condiciones de cobro. Por ello se establecieron sistemas de recaudación regidos por contratos privados que convirtieron en una actividad onerosa la reproducción para uso propio de semillas protegidas.
El aumento entonces de la inversión de capitales privados en el desarrollo de variedades autógamas no es compatible con la reproducción de uso propio, generando un conflicto con los agricultores de Argentina que sí desean mantener esta práctica vigente. El choque de intereses es continuo entre dos polos que tienen un gran poder de influencia en el país por ello el conflicto aún sigue abierto y no parecer próximo a solucionarse.
**Nicolás Pérez Trento es Doctor en Ciencias Sociales, Magister en Ciencias Sociales, investigador del CONICET especializado en economía agropecuaria. Actualmente trabaja en el departamento de Economía y Administración de la Universidad Nacional de Quilmes.
***Pérez Trento, N (2019). Las transformaciones globales en la producción de semillas y su impacto en el conflicto por el uso propio en Argentina. En revista Ciencia, Docencia y Tecnología.