Surgió a partir de un proyecto de investigación realizado en la Facultad de Ingeniería para la creación de un dispositivo médico. El mismo fue presentado en conferencias internacionales y actualmente está en proceso de protección de la propiedad intelectual. Un claro avance a partir de la inversión público-privada.
Los bioingenieros José Biurrun Manresa, Christian Mista, Silvio Laugero y Leandro Mayrata conforman el equipo que llevó adelante un proyecto de investigación para el desarrollo de un dispositivo y método para la evaluación cuantitativa de la función de las fibras nerviosas finas. Los investigadores pertenecen al Instituto de Investigación y Desarrollo en Bioingeniería y Bioinformática (IBB) de doble dependencia CONICET-UNER, y a la Facultad de Ingeniería de la UNER.
“El proyecto de investigación surgió a raíz de las líneas de investigación sobre el dolor crónico que comenzamos a desarrollar cuando volví de Dinamarca a través del programa Raíces de repatriación de investigadores en el año 2016”, comienza explicando Biurrun Manresa a UNERMedios. “En ese contexto, y al tener la posibilidad de volver a hacer investigación en Argentina, fue que comenzamos a construir un equipo de trabajo para afrontar el desafío de la investigación traslacional, que intenta llevar los hallazgos en los laboratorios hacia una aplicación clínica”.
“A grandes rasgos podemos decir que nuestras líneas de investigación plantean objetivos a corto y largo plazo. Nuestra idea siempre fue generar los medios que permitan producir y transferir tecnologías para mejorar la calidad de vida de las personas desde el ámbito local”, enfatiza.
“En particular, en el proyecto de investigación buscábamos un método para estimular las fibras nerviosas que sensan el dolor. Para esto desarrollamos un dispositivo que permite, mediante radiofrecuencia, estimular selectivamente esas fibras, y así contribuir con la mejora en el diagnóstico en algunas enfermedades que están relacionadas a la degeneración de estas fibras, que es muy prevalente en pacientes diabéticos”, detalla Biurrun Manresa.
Los resultados del proyecto fueron muy positivos, y por esto el equipo los publicó en conferencias internacionales, específicamente en el Congreso Mundial del Dolor llevado a cabo en Canadá en 2022. Luego de esto, la UNER y CONICET (a través de su Dirección de Vinculación Tecnológica) evaluaron la novedad y el potencial del desarrollo, y decidieron financiar la presentación de las solicitudes de patente nacional e internacional para proteger la propiedad intelectual del dispositivo, que actualmente están en evaluación en los organismos pertinentes.
Desde el proyecto hacia el patentamiento y la creación de una empresa
Para que los resultados del proyecto sigan su vía y el desarrollo llegue al paciente para solucionar el problema, comienza un proceso paralelo, que es el empresarial. “Salimos de nuestra zona de confort y comenzamos a ver cuestiones que tienen que ver con la generación de un plan de negocio y la creación de una empresa de base tecnológica”, manifiesta Mayrata.
Para tal fin, se buscan fondos de inversión privados que financien el proyecto, permitiendo invertir en recursos humanos y avanzar en cuestiones regulatorias. También probar el producto clínicamente, realizar estudios más complejos y atender a cuestiones de comunicación y ventas, entre otras.
En ese sentido, Mayrata expone: “Durante el 2022 y 2023 estuvimos interactuando con fondos de inversión privados que nos brindaron capacitaciones sobre cómo crear una empresa, y así logramos llegar a un estadio en en el que logramos un acuerdo con la aceleradora de empresas SF500 para una inversión importante en dólares, que nos permitirá avanzar el proyecto a su siguiente fase, que consiste en la transferencia de la tecnología desarrollada al medio”.
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